Muchas veces hemos escuchado la palabra empatía, y nos puede venir a la mente las frases de “ponernos en los zapatos del otro” “sentir lo que el otro siente”. Pero en realidad que significa, o cómo podemos entender esa palabra que más que entenderla es vivirla. Se dice que la empatía es la capacidad de comprender o percibir los sentimientos de otra persona. Si bien esta cualidad o habilidad está presente en todos, pero puede  variar el grado de empatía en cada persona.

En la sociedad actual es muy difícil encontrar personas empáticas, que no solo respeten a los demás, sino que se imaginen como seria estar en sus lugares. En este caso estamos hablando de la discapacidad. No importa qué tipo de discapacidad sea, las diferencias en ocasiones nos alejan.

Pero todos estamos en este mundo por alguna razón, y con un propósito, si todos fuéramos iguales quizá los sentimientos serían tan básicos, amor, odio, alegría, tristeza, etc. Pero en medio de todos estos sentimientos existen muchos más que son tan buenos que hay que vivirlos.

La empatía es un tipo de amor, no es simpatía, es algo más allá que todos podemos tener. Si desde la infancia se cubren las necesidades afectivas y emocionales de los niños, es más fácil que se pueda enseñar a descubrir y comprender los sentimientos de los demás.

¿Cómo podemos desarrollar la empatía?

  • Disposición física y emocional a prestar atención
  • No evaluar o juzgar
  • Prestar atención y mostrar interés
  • Comprender el mensaje
  • Percibir sentimientos y emociones
  • Entender su diferente visón del mundo

La empatía se puede demostrar con acciones, que aunque pequeñas, pueden ser muy importantes para otros.

  • Respetar los sitios de estacionamiento. Si no los necesitas, no lo utilices, ¿qué pasaría si el día de mañana por alguna causa llegaras a necesitarlos y otras personas solo por comodidad y evitar caminar unos metros más, estuviera ocupándolos?
  • Dejar libres las rampas de acceso. Para las personas que transitan por las ciudades de por si complicadas, el acceso a las rampas en las banquetas o aceras, son muy necesarias. El libre acceso a todos los lugares es un derecho y si nosotros lo bloqueamos también estamos infringiendo un derecho humano.
  • No discriminar por sus limitantes físicos. El tener un trabajo es un derecho y en ocasiones por la discapacidad se evita contratar personas con movilidad limitada. Pero si las habilidades ya sean físicas o intelectuales son iguales o superiores a otros candidatos, ¿Por qué no aceptarlo? Yo ahora estoy bien pero ¿mañana?

Existen muchos más que podríamos agregar, pero todo está en nosotros, en apoyarnos. No sabemos si el día de mañana cambie todo lo que consideramos “normal” ahora. Piensa un poco en los demás, ten un poco más de empatía y podemos hacer un cambio, aunque sea como un efecto mariposa, que es tan imperceptible, pero si todos aleteamos juntos, se puede cambiar este mundo.